Salí de la casa dando un portazo tan fuerte que la puerta ni siquiera se cerró... no tenía más espacio por dónde gritar y esparcir mi ira.
Me paré en medio de la calle y comencé a gritar entre llanto y desesperación.
Me quería arrancar el pelo ahí mismo. Sangrar, morir.
- Entra!! no seas como tu padre!!, entra ahora mismo!!- me gritaba mi madre desde la puerta.
De lo poco que puedo recordar, me veo llorando en medio de la calle... arrodillada suplicando que en ese mismo instante pasara un camión y me atropellara...
Me levanté, y quise correr, pero no podía, las piernas no me daban, y tenía tantas lágrimas en los ojos que ya no veía nada.
Entré entonces a la casa. La calle permanecía más vacía que nunca. Seguía llorando, estaba muerta. Muerta pero llorando.
Fui al baño y vomité de furia, pena. Los ojos se me hacían cada vez más pequeños. Todo me molestaba.
De pronto entra ella al baño, y me habla: deja de llorar, no seas pendeja, hay cosas más terribles en la vida.
¡¡Qué mierda sabía ella!!, pensé. Me enfurecí nuevamente.
Seguí llorando, vomitando... estaba mareada.
Entonces entra mi madre, y me dice entre angustia y rabia: tú no habrías hecho lo mismo... tú eres mejor que yo. "No lo sé... no lo sé".
Me acosté con la esperanza de no volver a despertar al día siguiente... pero sucedió. Desperté y la vida... aún sigue.
Esos sentimientos que a veces tenemos, son tan dañinos que nos hacen pensar muchas cosas, a mi me hicieron pensar muchas cosas. Personalmente creo que la vida me mostró finalmente el lado amable y me entusiasme.
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