Estuve tan solo un año en aquel colegio, y ya me trataban de cuica también, pero con justa razón. Resulta que la primera semana de clases vi en la sala de clases un sostén (brasier) botado en el suelo y me espanté: ¡Quién fue la ordinaria que dejó su sostén tirado! ¡Guárdenlos, no son para andar mostrándolos!, y eso fue suficiente para ganarme el título de cuica, siútica, alharaca, etc. Pero aún hoy pienso que los sostenes no deberían estar tirados para que otra persona los vea... digo, hay momentos para que eso pueda suceder y que no sea obseno, ¿me explico? “mo-men-tos”, “ins-tan-cias”, no una sala de clases, por supuesto.
Cuando me gradué de enseñanza básica, me fui al colegio más cool de los 11 en los que estuve. Todos éramos deformes, era como un circo de seres extraños. Todos teníamos defectos, todos teníamos problemas en nuestras casas, problemas psicológicos, y mucho amor para darnos jaja, a nuestra manera, claramente. Eramos seres humanos así que no crean que no había odio, sí lo hubo, y mucho, pero a pesar de todos los problemas que tuvimos en los cuatro años que estuvimos juntos, hay amigos que aún hoy conservo, y en un frasco con vinagre, porque no los quiero perder por nada del mundo.
Ahora estudio en Santiago, mis papás no se hablan, no se pescan, mi mamá no odia a mi papá, pero mi papá sí odia a mamá, y mi hermana no sé a quién cresta quiere, pero certeramente no odia a nadie, sólo tiene espinitas en el corazón.
Mi hermana ingresó a la universidad este año, y anda estresada como buena universitaria en su primer año.
Vivimos junto a un amigo en Santiago, y mi mamá nos manda dinero, nos paga la universidad, y tiene dos trabajos para poder vivir tranquila con sus cuentas. ¿Mi papá? Tiene otra familia, un hijo hermoso llamado Benjamín a quien quiero muchísimo, y una mujer simpática que lo hace despertar un poco mejor cada día que pasa.
Yo no quiero mala onda con nadie, así de sencillo. Si a mí me dieran a escoger entre pensar y no pensar, yo siempre elegiría no pensar, para no reflexionar, ni recordar. Es decir, me encantaría no tener memoria para los malos momentos. Yo lo único que quiero es vivir tranquila como una vieja que ya está llegando al final del camino, ok, no es para tanto, porque las ganas de andar de fiesta en fiesta no se me han quitado. La vida nocturna es muy corta para los seres humanos. Ojalá las noches se pudiesen aprovechar tanto como se aprovecha la luz del día.
Estoy en tercer año de periodismo y considero que soy un cero a la izquierda escribiendo reportajes, noticias, y demases. Yo para lo único que soy buena es para tener opinión y hablar de mí misma, LAMENTABLEMENTE. Porque ni siquiera me atrevo a hablar de otras personas sin sentirme terriblemente culposa. Soy así, muy culposa, y muy cobarde, o por lo menos lo suficiente como para no buscar problemas con nadie más que conmigo misma. No le quiero hacer daño a nadie, pero lo hago, porque soy un ser humano muy humano.