Después de años de citas espectaculares, inimaginables, al más puro estilo de Amor Ciego, estoy sentada aquí, con un libro que no puedo leer, un cuaderno escrito con palabras llenas de ira, el olor de un incienso ordinario que abraza la casa por completo, expresión de pena en la cara, y conviviendo con la impotencia: esto no me debería estar pasando a mí nuevamente... ya es mucho, no es justo.
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