miércoles, 8 de junio de 2011

La Maraca


Desde ahí nos observa la maraca, con la nariz blanca. La puta de Babilonia se queda chica al lado de ella.

Se ríe de nosotros, mientras guarda los deshechos de su fornicación en su propia falda.

Nos quedamos pequeños, mirándola con excitación. Sus pechos, sus curvas.

Ahí está la maldita maraca, riéndose de nuestro sufrimiento y pobreza. De nuestra miseria. Pues mientras ella guarda los fluidos restantes en su propia falda, nosotros nos revolcamos en el semen ya podrido.

No hay salida.

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