Oscuridad...
Hay momentos en la vida de todo ser humano en que se experimenta el Blackout, un apagón general. Hay dos opciones: finalmente logras pillar ese brillito... el brillo que aún tiene la vida, y no se te escapa de la vista, no dejas de seguir la luz... tarde o temprano se hará más intensa.
La otra es permanecer ahí, hasta que la luz de esperanza finalmente se desvanezca. Se llama suicidio.
Te lo pongo así: te tiras a una piscina muy profunda... sin saber nadar. Te estás desesperando... aleteas, aleteas, pero sabes que de nada sirve, sólo te cansas... es curioso, porque estéticamente, aletear es como querer sujetarse de algo.
Anyway, entonces ahí estás, ahogándote. Aquí va lo interesante: La opción más inteligente es hundirte. Dejar que el agua te cubra. Sumergirse, ser valiente: tomas aire, te hundes y de pronto... tocas fondo. No te preocupes. Una vez que tocas fondo puedes estar seguro de que estás en el límite, en el fondo sabes que ya no hay más espacio dónde caer... y siempre te puedes impulsar fácil y cansadamente hacia arriba, siempre.
Quienes aletean tratando de salvar sus vidas, terminan cansándose. Húndete.
Siempre hay que tocar fondo. Irse a negro. Siempre. Es necesario. Es HUMANO.
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